El fin de semana platicaba con unas amigas sobre una boda en la que algunas la habían pasado padrísimo, y otras habían estado muy incómodas y aburridas. Concluimos que si había comida, bebida, música y baile, prácticamente todo para que cualquiera se divirtiera, tenían todo incluido, ya si algunos no lo hacían y más bien pasaban un mal rato, finalmente, era su decisión. Cuestión de actitud. Hablar de que un evento fue «divertido» o no, finalmente es una cuestión subjetiva.

El domingo mi esposo y yo nos reunimos, como de costumbre, con un grupo de matrimonios con quienes compartimos crecimiento espiritual, religioso y matrimonial. Total, en esta ocasión me llegó en particular una pequeña historia que les voy a resumir…

Una pareja se fue de vacaciones a un crucero, eran personas de muy escasos recursos que lograron pagar el viaje con mucho esfuerzo (o se los regalaron, no me acuerdo, eso no es el punto), el caso es que esta pareja como no quería gastar los poquitos ahorros que llevaban, traían lonche para el viaje. Pasaban los días y aunque disfrutaban, cuando les daba hambre, regresaban a su camarote a comer de su lonche- todos los días lo mismo, pan y queso; a veces les hartaba, y el pan llegó a estar duro y el queso amargo, pero se resignaban. El último día del crucero había una cena de gala y la pareja decidió invertir sus ahorros esa noche. Cenaron, bailaron, la gozaron, y al final el señor pidió la cuenta, y entonces, el mesero le preguntó: -Señor, ¿nadie le ha dicho? Este es un crucero todo incluido, durante todo el viaje, puede comer y beber todo lo que quiera, está incluido.

¿Por qué te cuento de una boda, y de una pareja imaginaria que se fue de crucero?

Porque así es tu vida; todo incluido.

Cuando naciste, Dios te mandó a este mundo con todo el amor, la fuerza, la voluntad y la capacidad que puedes necesitar para hacer prácticamente, cualquier cosa. Naciste la capacidad de pensar, de escuchar, de ver, de tocar y de sentir. Y sobre todo, Dios te creó feliz.

Y sin embargo, vivimos «pichiquiteando». Tenemos miedo de amar, como si se nos fuera a terminar la fuente del amor. Tenemos miedo de intentar aventuras nuevas, como si la diversión tuviera límite. Dejamos de perseguir nuestras pasiones, como si nuestro espíritulo de lucha se fuera a acabar.

Vivimos reservando nuestra felicidad- como si tuviera final, como si no dependiera de nosotros mismos, como si no estuviera en nuestro interior.

Igual que en una boda depende de tu actitud si te diviertes o no, en la vida depende sólo de ti si eres feliz o no. Tu vida, es todo incluido, y al igual que en un crucero o en un hotel todo incluido, depende de ti que lo aproveches.

Te invito entonces hoy a que vivas al máximo tu vida!

Oyes, pero ¿estás escuchando? Miras, pero ¿estás viendo? Existes, pero ¿estás viviendo?

Abrazos fuertes con cariño,

– Marcia