Ahora es menos sobre los regalos que en nuestra niñez nos trajo Santa, y más sobre el esfuerzo que hicieron nuestros papás para andarse escondiendo e ingeniándoselas para mantenernos ilusionados y creyendo en cierta magia, propia de la inocencia de la niñez, y claro, también apreciamos el esfuerzo económico- más cuando somos de familia numerosa. De hecho, es menos sobre Santa y más sobre el niño Jesús.
Ahora es menos sobre qué ropa estrenar y más sobre donarla a quienes *nunca* pueden estrenar.
Ya no hay desesperación a las 12:05am del 25 de Diciembre por irte de casa de los abuelos con los amigos, ahora queremos estar cada minuto posible con ellos, si es que todavía los tenemos; ahora queremos exprimir cada uno de sus abrazos, atesoramos cada palabra y valoramos de indiscriptible manera su salud.
Ya no nos aburrimos con nuestros papás, ahora quisiéramos que durara más la nochebuena para disfrutarlos más- especialmente cuando nos casamos y dividimos las fiestas decembrinas entre nuestra familia y la del esposo o esposa.
Ya no queremos pasarnos de bebidas la noche del 24, ahora queremos saborear cada copa porque queremos levantarnos a tiempo el 25 para ir a todos los «recalentados» posibles, y si tenemos hijos, abrir regalos con ellos y desayunar hotcakes y tomar chocolate caliente.
Ya no nos interesa gastar nuestros ahorros estos días en cualquier cosa innecesaria, ahora planeamos en qué los invertiremos para hacerlos crecer.
Los festejos son menos sobre cuánto, y más sobre qué comemos y tomamos.
Las noches de diciembre son cada año menos sobre cuántas personas hay en
Ya no queremos tanto ruido, ahora buscamos paz. Somos menos superficiales y más genuinos. Somos cada vez más nosotros mismos, dejamos de aparentar.
Ya nos fijamos menos en nuestros particulares planes decembrinos, ahora ponemos atención a la humanidad… ahora vemos más allá.
Ahora aprovechamos Diciembre para reflexionar y dar gracias, vivimos cada momento, ahora sabemos que el próximo año tal vez ya no esté nuestra abuelita, o no estemos nosotros con nuestros papás, o no podamos coincidir con todos nuestros hermanos en una cena.
Ya no es una fiesta más. Navidad ahora es Navidad. Y nos encanta.
Mi aprecio va para todos ustedes; paz y amor para ti y tu familia es mi deseo. Espero, sobre todo, que vivas esta Navidad a plenitud- que abras tu vida y tu corazón a Dios, y que permitas que Él inunde tu alma.
Gracias por leerme y recuerda, siempre pa’delante!. Con todo mi cariño, ¡Feliz Navidad 2014!
– Marcia Benavides